No terminé de sentir, ni mi cuerpo pudo, apenas contener lo que él me pedía que hiciera.
Bastó.
Ahora la respiro cada noche.
En mi preocupación sin razón puse mi emblema
y ahora las yemas de mis dedos la reclaman.
Aventurarme en una novela morada o rosa con ápices rojos intenso.
Las alas de los pájaros de mis locuras se adueñan de mí.
Mi respirar la reclama.