2/11/2014

Out


Esta mañana,una paciente al salir yo de su casa, me pidió que por favor tirara a la basura un palo de fregona que había partido sin querer la noche anterior, y yo, amablemente he accedido.
Caminaba por la calle nevada y con mi partido de rugby mental constante,
cuando sin venir a cuento, he empezado a golpear fuertemente un contenedor con las dos varas metálicas haciendo saltar todo por los aires, ha quedado todo hecho añicos.
Apenas he podido recoger nada porque era ya inexistente.
Pensé.
Imaginé, que esas dos varas metálicas eran mi desazón.....desasosiego....mi neurosis, todo atiborrado dentro de esos dos palos deformes de color rojizo que lastimaban la piel de mi mano gracias también al impacto del frío invernal.
Todo saltó por los aires.
Los restos se acomodaron en lugares irregulares apenas visibles para mí y fue liviano. Quedó enterrado todo por la espesa e insorportable nieve.
Mientras duró esa pataleta inesperada cerca de la casa de mi paciente todo se volvió borroso, no había sentido, deplorable.
No lamentos.
Y es que por sentirme así incesante, rompería mil varas más a pesar de que los vecinos
no se cansaran de mirarme.
Eterno.
Ya no hay nada dentro.
Desterré trozos de metal rojizo, con nombres y apellidos inservibles.

2/02/2014

tú, yo..distancia...


Tuvimos una cómplice que nos sonrió.
Días color rojo, matizo,
expresamente en el olor del cuello
de tu camisa.
No veré más de lo que me muestres.
No seré más de lo que me pidas.
Nos acompaña la de ahí arriba y basta.
Catapulto besos hacia tu espalda que descansan
en las corvas de tus piernas.
Miro el interior de tu prisa y pienso
¿Qué tendré yo que te llame de mis adentros?
Días con tono azul me esperan mezclados con olor
a páginas de libro nuevo.
Se acabaron los besos.
Ya no hay caricias.
Sólo tú, yo....y la distancia.