Mi bolsillo crujió. Me escucharon.
Posiblemente, cuando conduzco mi ciclomotor en la oscuridad, campo a través
y apago sus luces un segundo para contemplar la bóveda celeste
las lineas discontinuas del asfalto se manifiestan a mi favor.
He respirado y mis alvéolos han crepitado desmesuradamente.
Al igual que cruje mi bolsillo,se escucha a mi corazón funcionar,
palpita al compás de algún poema de Rafael de León siendo
cantado por algún coplero.
Algo está cambiando. Me dejo escuchar.
Yo si que nunca he tenido el corazón tan rojo.