7/25/2014

Gras-s



Aquella cama era un jergón de mentiras.
El primer rayo de luz que entró por la persiana entornada
había iluminado tu boca, tu barbilla y las comisuras de tus labios.
Tretas se posaron sobre tu garganta para susurrar las mejores
falacias que jamás había escuchado.
Todo se volvió oscuridad.
Mis labios tenían apetito de los tuyos, hambre de ti.
Tú, sed, sed de un buen caldo.
No había enmienda. Ya lo habías probado.
Habías acolchado tus engaños y así
mermado mi espinazo paulatinamente.
Hoy te espero, pero mi espalda reposa
sobre esta calzada de césped donde sestean
las mentiras que te permití.
Prefiero quedarme aquí.
Hoy si.

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