Nuestras espaldas se solaparon para emanciparse días despues.
No quiero sentenciar con la mirada amoratada y los ojos color escarlata.
Se aceleraron voces que decidieron censurarme. Y mi espalda descubierta nuevamente.
Y mis manos enmagrecidas. Y mis piernas convulsas.
Reanudo mis lágrimas en tierra firme.
Mi yo primario se encuentra donde siempre.
No os preocupéis que enseguida extingo el fuego.
....lo siento.
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